Las científicas Débora D‘Antonio y Florencia Rovetto, integrantes del Observatorio de Violencia Laboral y de Género del CONICET, reflexionan sobre la necesidad de trabajar con perspectiva de género en la ciencia.
Desde el año 2000, por resolución de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Los orígenes de esta fecha se remontan a 1981, cuando militantes y activistas en favor del derecho de la mujer lanzaron una protesta en contra de la violencia de género para honrar la memoria de las hermanas Mirabal, tres activistas políticas de la República Dominicana que fueron brutalmente asesinadas en 1960 por orden del gobernante dominicano, Rafael Trujillo. “Hoy más que nunca, en este contexto de pandemia, es necesario que sigamos tomando conciencia sobre las violencias que sufrimos las mujeres”, señala a propósito de este día la investigadora del CONICET Débora D´Antonio, que trabaja en el Instituto de Investigaciones de Estudios de Género (IIEGE) y además es una de las coordinadoras del Observatorio de Violencia Laboral y de Género (OVLG) constituido formalmente en 2017 en el ámbito institucional del Consejo.
“De 2015 para acá, con el impulso del movimiento de mujeres, se pudo visibilizar mucho más la temática, tener diagnósticos mucho más claros acerca de la estructuralidad de las violencias, que se manifiestan en todos los ámbitos. Pudimos visibilizarlas, nombrarlas, no obstante, creo que la temática sigue siendo minimizada, en términos de la política que llevan adelante los organismos públicos”, reflexiona por su parte Florencia Rovetto, investigadora del CONICET especializada en género, cuyo lugar de trabajo es el Centro de Investigaciones Feministas y Estudios de Género (CIFEG) que depende de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). “Las violencias deben ser tomadas como eje prioritario, como lo es el reparto del presupuesto o los recursos humanos”, manifiesta Rovetto, que es otra de las investigadoras que participa en la coordinación del OVLG.
Tanto D`Antonio como Rovetto señalan que, sobre todo en el ámbito científico, hay una vieja idea de que la violencia está por fuera de la lógica institucional: un pensamiento que desde el OVLG, intentan desarmar diariamente. “La constitución de un espacio como el observatorio en el CONICET es una oportunidad que no podíamos dejar pasar”, asegura Rovetto. “Aunque desde los inicios identificamos que iba a ser una tarea difícil por las características propias del organismo: extendido federalmente, muy fragmentado, con idiosincrasias e historias muy distintas en todas las provincias”. D`Antonio coincide: “Como investigadoras, el desafío de formar parte de este espacio siempre nos pareció estimulante pensar acciones de prevención, capacitación y sensibilización para el propio organismo. Lo interesante del OVLG es que es un equipo de trabajo compuesto por investigadoras de carrera y personal administrativo que propone políticas para abordar de manera integral y situada los distintos tipos de violencias de género que pueden tener lugar en los espacios laborales que contiene el CONICET”.
D`Antonio, además, señala que “es nuestra tarea mostrar que la violencia es multiforme, que no es estrictamente el golpe, el efecto más evidente de la violencia, sino que es necesario poner en evidencia una serie de elementos que hacen que nos quedemos atrás en materia de derechos. Nunca ha habido tantos esfuerzos para contener el tema de la violencia a nivel mundial, nunca ha habido tantos marcos normativos y teóricos para abordarlo y, sin embargo, cuando volvemos a poner el acento en los distintos registros que puede tener la violencia, observamos inequidades profundas sin transformar”.
La tarea del observatorio se centra, justamente, en intervenir sobre las condiciones que hacen posible las expresiones de violencias sexistas y las desigualdades basadas en el género en el ámbito científico. “Los derechos conseguidos en las últimas décadas por los movimientos feministas y de la diversidad sexual han generado fuertes resistencias en distintos lugares del mundo. Hace pocos días la filósofa Judith Buttler escribió una nota en The Guardian justamente sobre los ataques a la llamada ´ideología de género´, señalando las vinculaciones que estos sectores tienen con los autoritarismos y las derechas”, advierte D´Antonio.
Para Rovetto, “la pandemia puso en evidencia las desigualdades de género en el ámbito científico: las desigualdades, por ejemplo, a la hora de conciliar la vida familiar y la laboral, visibles en las trayectorias de quienes acceden a cargos de mayor jerarquía en el CONICET, en una institución muy reglada por un sistema de evaluación con una mirada androcéntrica, jerárquica, meritocrática y muy masculinizada”.
En este sentido, el objetivo del OVLG es generar cambios más estructurales: “Lograr nuevos marcos normativos del CONICET, que el sistema se adecúe a nuestra voluntad de cambio y transformación”, asegura Rovetto. A corto plazo, el plan es trazar un camino hasta incidir en lo que denominan “el corazón del sistema científico”: la lógica de las evaluaciones. “Queremos empezar a pensar qué elementos de las evaluaciones no son pensados en términos de género y por lo tanto no favorecen trayectorias menos mainstream, marcadas por maternidades, tareas de cuidado u otras situaciones de vida”, advierte D´Antonio. Rovetto agrega: “La idea es hacerse cargo de transversalizar la perspectiva de género hacia adentro. Que cada director, directora, consejos directivos, espacio de toma de decisión lo tenga en agenda. Nuestro plan es desarrollar capacitaciones en temas de género y sexualidad que conmuevan, porque son temas difíciles, que tienen una dimensión individual y una colectiva. Es invitar a ir de lo íntimo a lo público y colectivo en el quehacer institucional. Es fundamental no retroceder en materia de derechos conquistados, sostenerlos. Aun habiendo conseguido muchos avances en materia de derechos, todavía hay que defenderlos como punto de partida de todo lo que hay que hacer”, concluye la científica.