Romántico deriva de la palabra «romance» y ésta a la vez de la palabra latina «romanice» atribuida a los romanos que hablaban el latín vulgar. Así mismo el «Romance» fue una de las primeras composiciones poéticas del medioevo, que en un principio fueron épicas y luego líricas siempre en sentido amoroso. Lo cantaban los juglares y trovadores que recorrían los pueblos cantando y divulgando. En Francia la palabra toma otro cariz «romantique» que dio principio a la escuela literaria y estética llamada «romanticismo». En sentido general hoy se entiende por romántico a todo aquello idealista, novelesco o a todo amor con tintes literarios.
El romanticismo es un atributo del amor con innumerables formas para expresarlo y ese amor no sabe de tiempos ni de lugar cuando se experimenta en la vida, surge del corazón y es el combustible inagotable de los poetas.
Una de las etapas más bellas de la vida es cuando estamos enamorados, todo se percibe distinto, encontramos aromas y colores en los que nunca nos habíamos fijado.
Pero los poetas son diferentes ya que están permanente y eternamente enamorados de la vida en su integridad.
Hay un poco de locura en las personas románticas y a la vez un poco de razón en su locura.
En algunos cubre un momento de su vida, por lo general en la adolescencia, cuando todo fluye tan tempestuosamente, en otros es permanente, inherente a su personalidad. Condenados a sentir con verdadera pasión las cuestiones de la vida y obstinados en expresarlo por todos sus poros.
Muchos piensan que en este mundo cruel los románticos han desaparecido… quizás hay menos, pero nunca podrán faltar.
Caminan nostalgiosos en otoño entre las doradas hojas que envuelven cada verso. . Andan mirando siempre por las rendijas de las flores, por los rayos de sol que atraviesan los árboles y por aquel fugaz instante que nos brinda el primer beso.
Doy fe que no han desaparecido. Soy uno de ellos.
Autor: José de Guardia de Ponté