“Los argentinos creemos que el éxito es llegar al borde del abismo”, decía Menotti

El delantero Daniel Bertoni revive su trabajo junto al DT de la selección campeona del primer Mundial 1978. Critica la grieta en el fútbol y explica porqué “El Flaco” fue “un maestro” para todos, incluso para Maradona.

Yo trabajé con César Luis Menotti, el Flaco, entre 1974 y 1982. Fueron ocho años en los que aprendí muchas cosas de él, como aprendimos todos los que lo conocimos y tuvimos la suerte de acompañarlo en su revolución: el proyecto de darle mayor seriedad y respeto a la selección y el fútbol argentinos. 

A Menotti le debemos haber formado una selección nacional que fue en realidad la primera, antes no movía la aguja y todas las que siguieron, incluso ésta que en el último mundial estuvo dirigida por Lionel Scaloni, le debe algo en parte a él. 

Ni siquiera la selección argentina de fútbol de Carlos Bilardo se comprende del todo sin Menotti. 

El fue un antes y un después. Era muy riguroso para trabajar, exigente, a veces malhumorado y si algo no le gustaba, actuaba como él creía que tenía que ser. Un año que la selección a nivel juvenil fue al torneo de Toulon (Francia), en donde Argentina fue campeona, yo le pedí quedarme a jugar la Copa Libertadores con Independiente y me dijo que yo era el que debía decidirlo. Yo no viajé, pero me quedé por un año afuera de la selección, los viajes y las competencias. “Prioridad y respeto a la selección”, siempre pedía eso. Pero después se le pasó, porque él siempre ponía los intereses del equipo y de la AFA por encima de todo. 

Los argentinos según Menotti

Yo creo que le debo muchas cosas. Fue un maestro para mí, casi un padre, porque compartimos mucho. El me decía “la pelota es como tu vieja, tu hermana de la vida, es la que hacía mi vieja con una media, la que el pibe sueña tener en la villa”. Yo me sentía identificado con eso.  

El se enojaba cuando hablaban del “balón” porque para los argentinos «el balón sólo era una cerveza grande con picada». El decía que la primera pelota que tuvo se la había regalado su viejo y era amarilla, y él enloqueció de felicidad cuando la vio.

Menotti siempre quiso que la selección jugara, pero no de cualquier manera, sino como debía ser, no le gustaba el juego sucio, pero sí varonil. Por supuesto que como entrenador quería ganar, pero lo primero que quería era armar una selección que supiera jugar, y que jugara mejor que el adversario. El decía que prefería que la gente saliera enojadísima de un partido porque el equipo había perdido, antes que ganar pero de cualquier manera y a cualquier precio. 

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Era una persona muy culta, hablaba de música, de ópera en el teatro Colón y citaba a José Ingenieros. Decía que los argentinos creemos que el éxito es llegar al borde del abismo, pero que si damos un paso para adelante, desaparecemos. Entonces a él le parecía que sólo jugar para ganar a cualquier precio era ridículo y que eso no alcanzaba para ser una selección de elite mundial. Decía que el éxito solo no te salvaba, que solo nos salvaba dar un paso para atrás, repensar lo que hacemos, las jugadas. 

Era una persona muy cerebral, pero a su vez daba mucho ánimo, alentaba a todos y si algo no le gustaba, no se callaba tampoco. 
Una vez, fuimos a probar el césped del estadio Mundialista en Mar del Plata, y jugamos los titulares con los suplentes. Yo estaba entre los suplentes. Piqué y me enfrenté a Ubaldo Fillol, nuestro arquero, y me tapó el arco, tiré la pelota por arriba e hice un lindo gol. Los que estaban trabajando en la remodelación de la cancha dejaron todo y miraban el partido. Aplaudieron la belleza de la jugada, la definición, y yo salí festejando el gol con las manos alzadas. Menotti se me acercó y me pidió que me retirara a los vestuarios. Después Daniel Passarella y Leopoldo Luque fueron a pedirle que me disculpara, porque yo pensaba que me iba a echar, pero se le pasó y quedó todo bien.

En el año 1982, cuando yo vine de Italia, también estábamos en Mar del Plata, y yo cambiaba de frente la pelota, en vez de tocar corto y gambetear. Se me acercó al lado y me dijo: “Nene”…. “Sí, César…” “Parece un italiano jugando!” 

Menotti creía en los jóvenes, valoraba el esfuerzo, lo veía si uno lo hacía. Le gustaba eso que había dicho Ringo Bonavena: “la experiencia es un peine que te dan cuando estás pelado”. Es una enorme responsabilidad ser entrenador de la Selección Nacional, él lo tenía bien claro. Siempre buscó gente de buen nivel, muy experimentada y éramos todos jóvenes que superásemos la media. El redimensionó el fútbol como espectáculo, como gran deporte.

Todos querían a Menotti, hasta Diego Maradona, aunque él no lo quiso para la selección de 1978 y lo sacó del equipo 12 días antes de que comenzaran los partidos. Diego vino a la habitación mía y de Houseman y estaba muy triste, muy dolorido. Tenía 17 años, recién empezaba en Argentinos Juniors y tendría muchos mundiales por delante. 

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Maradona también siempre quiso a Menotti. “El narigón me va a matar, pero Menotti es el mejor de todos”, decía Diego, lo hablamos alguna vez. Bilardo lo cuidó, pero Menotti fue muy importante para él, el que más lo motivó a seguir; era el futbol argentino con mayúsculas. 

El 5 de mayo se fue el Flaco Menotti y fue duro para el mundo del fútbol. Diego no pudo ir, pero estuvieron todos los que formaron parte de su círculo íntimo del fútbol. También estuvo Lalo, el hermano de Diego, representándolo. Será una pérdida muy grande para todos nosotros y para los argentinos. Para él los jugadores eran –antes que ídolos- hombres que jugaban al fútbol y pedía que la sociedad los ayudara, porque eran jovencitos que llegaban muy alto en la soledad del éxito y que, en algún momento, no sabían para qué vivían, ni para qué jugaban. 

Decía que Messi era puro fútbol, que jugaba igual que el pibe del barrio en las canchitas del Parque Independencia y que, como Diego en Villa Fiorito, era distinto, un “enfermo” de la pelota”, en el sentido de vivir y ser puro fútbol y potrero.

Tenemos que superar la grieta en el fútbol, eso de Bilardistas y Menottistas fue una tontería. 

Para mí fue muy emocionante el partido de la final de la Copa de la Liga en Santiago del Estero, entre Vélez y Estudiantes el mismo día en que murió Menotti. Con Estudiantes de La Plata, Bilardo jugó y ganó tres copas Libertadores consecutivas y llegó a ser campeón Metropolitano e Intercontinental en 1982. Bilardo es un ídolo platense y de la Argentina. 

Cuando la voz del estadio anunció que “había fallecido el entrenador de la selección argentina campeona del Mundial 1978, pionero de la jerarquización de nuestras selecciones, cuyo trabajo tuvo su prolongación en las sabias conducciones de Carlos Salvador Bilardo y Lionel Scaloni” y pidió “un minuto de silencio, el homenaje de todo el fútbol argentino” yo me emocioné. 

Fue el minuto en que todos terminamos de comprender la dimensión del hombre que se fue, pero ese minuto de unión y admiración queda para siempre.

Fuente: Por Daniel Bertoni para Perfil

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