NEUQUÉN – El descubrimiento es de una especie de grandes depredadores de la región, el Llukalkan aliocranianus, conocido como «el que causa miedo», y denota un formidable tamaño (hasta cinco metros de largo), con una mordida fuerte a raíz de sus dientes afilados.
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Científicos argentinos confirmaron este jueves que restos fósiles encontrados en 2015 en la provincia de Neuquén corresponden a uno de los principales depredadores de la región durante el Cretácico Superior, el Llukalkan aliocranianus, conocido como «el que causa miedo».
El cráneo fue encontrado en la zona de , al norte de la Provincia de Neuquén y corresponde a un animal que habitó el lugar hace aproximadamente 85 millones de años, informó este jueves el Conicet desde su página web.
Los restos del Llukalkan denotan un formidable tamaño (hasta cinco metros de largo), con una mordida fuerte a raíz de sus dientes muy afilados, enormes garras en sus patas, y un agudo sentido del olfato.
Según el Journal of Vertebrate Paleontology, el nuevo espécimen fue clasificado como «abelisáurido» y tenía un cráneo corto con huesos ásperos, por lo que se estima que, en vida, su cabeza tenía protuberancias y prominencias parecidas a las de algunos reptiles, como las iguanas tienen hoy en día.
Se especula que el Llukalkan tenía una mejor audición que otros «abelisáuridos», similares a la que tiene el actual cocodrilo.
Además, en la zona del oído medio, los restos fósiles -un cráneo muy bien conservado y sin triturar- muestran un pequeño seno posterior lleno de aire que no se ha visto en ningún otro abelisáurido encontrado hasta el momento.
El Llukalkan vivió en la misma área y período de tiempo que otra especie de abelisáurido furileusauriano (lagarto de lomo rígido), el Viavenator exxoni, solo unos pocos millones de años antes del final de la era de los dinosaurios.
Los restos fósiles de Llukalkan y Viavenator se encontraron a sólo 700 metros de distancia en la Formación Bajo de la Carpa, cerca del mismo sitio famoso de fósiles en La Invernada, en la provincia de Neuquén.
Para el autor principal, el paleontólogo de la Universidad Nacional de San Luis, Federico Gianechini, se trata de un «descubrimiento particularmente importante porque sugiere que la diversidad y abundancia de abelisáuridos fueron notables, no sólo en la Patagonia, sino también en áreas más locales durante el período crepuscular de los dinosaurios».
Los «abelisáuridos» eran una familia de dinosaurios terópodos con un promedio de cinco a nueve metros de largo que habitaban en la Patagonia y en otras áreas del antiguo subcontinente sur de Gondwana, reconocido hoy como África, India, Antártida, Australia y América del Sur.
Ariel Méndez del Instituto Patagónico de Geología y Paleontología (IPGP, Conicet), indicó que “es poco frecuente encontrar un cráneo de estos animales porque son muy frágiles. En general se encuentran fragmentos de huesos largos y vértebras. Hallarlo en buen estado de preservación y conservación nos permitió estudiarlo”.
“La morfología de algunos huesos y la falta de cuernos y protuberancias, como solían tener otros dinosaurios de la misma familia, nos permitió determinar, luego de mucho estudio y mucha discusión, que estábamos ante la presencia de una nueva especie”, completó Méndez.
La aparición de estos restos aportó información que permitió continuar armando el rompecabezas de los abelisáuridos.
Y si bien se tiene registro de estos dinosaurios en India, África, Europa y otras partes de América del Sur, en la Patagonia argentina es donde más especies de este grupo se encontraron. (Fuente: Télam)