Diez días antes de su crimen, Cabezas descubrió que una rueda del auto en que se movilizaban estaba pinchada, pero cuando la llevó a arreglar le dijeron que había sido cortada intencionalmente. Su homicidio se convirtió en el mayor emblema de la lucha de la prensa argentina en pos de la libertad de expresión.
Supo ejercer su profesión con valentía y pasión hasta los últimos segundos de su vida. Fue un destacado periodista y fotógrafo argentino por quien hoy se conmemora el Día Nacional del Reportero Gráfico. José Luis Cabezas falleció el 25 de enero de 1997 al ser cruelmente asesinado en la costa atlántica cuando cumplía con su trabajo.
Comenzó a ejercer la profesión de reportero gráfico en la revista Noticias en 1989, desde ese año hasta su muerte retrató a destacadas figuras del país.
En 1995 obtuvo el premio pléyade a la mejor fotografía periodística de ese año, donde fotografió al capellán José Fernández en la réplica del cementerio Darwin de la isla Gran Malvina, en Pilar, como homenaje a los soldados argentinos caídos en la guerra de Malvinas
Dos años después, a los 35 años, fue secuestrado, torturado y asesinado.
El hecho
Era la madrugada del 25 de enero de 1997 y había pasado poco menos de un año del día en que logró la foto que sacó del anonimato a Alfredo Yabrán, un empresario argentino con una profunda vinculación con los gobiernos de Menem.
Su cuerpo apareció calcinado y maniatado en el interior de un Ford Fiesta en una cava de General Madariaga, Pinamar.
Su homicidio se convirtió en el mayor emblema de la lucha de la prensa argentina en pos de la libertad de expresión. La repercusión derivó en cambios en el gabinete del entonces presidente Carlos Menem, y en las derrotas del Partido Justicialista en las elecciones legislativas de ese año y en las presidenciales de 1999, cuyo candidato fue el hasta entonces gobernador bonaerense, Eduardo Duhalde.
Alfredo Yabrán fue acusado como autor intelectual del homicidio, aunque nunca pudo ser dictaminada su culpabilidad, ya que se suicidó cinco días después de labrarse una orden de arresto en su contra.
Según las investigaciones, Yabrán ordenó que se efectuara el crimen cuando el reportero, simulando ser un turista junto a su esposa, le tomó una foto en la playa, otros apuntan a que el móvil del homicidio mira a la Policía Bonaerense, que habría enviado un mensaje de advertencia a la gestión de Eduardo Duhalde, quien entonces era gobernador.
Mediante la Ley Nº 24.876, sancionada en septiembre de 1997 y promulgada en Octubre de ese mismo año, se estableció el 25 de enero como “Día Nacional del Reportero Gráfico Argentino” para rendirle homenaje.
Desafío de verano: conseguir una foto de Yabrán
En 1995 no existía Google, los celulares no cabían en los bolsillos y la idea de que incluyeran una cámara de fotos no había llegado a las compañías que los fabricaban. Por esos días el acceso a una investigación dependía únicamente de cuánto se metieran los pies en el lodo.
José Luis Cabezas y su compañero Gabriel Michi arrancaron la temporada de verano de 1996 con la consiga clara: buscar a Yabrán. La dupla era legendaria en la cobertura veraniega de la ciudad balnearia que reunía artistas, políticos y donde el empresario, hasta entonces desconocido, tenía una casa y negocios.
El 14 de febrero del verano de 1996 una fuente le confió a Michi: «Mañana llega el tío», en referencia al arribo del empresario que estaba por llegar a veranear, recién operado de la vesícula, y acompañado por un séquito de custodios. Poco conocido, pero quienes sabían quién era no se animaban siquiera a nombrarlo. La dupla periodística comenzó sus días de guardia para cumplir con el objetivo.
La misma fuente también aseguró a Michi que el rutinario hombre solía bajar de su casa —a escasos metros de uno de los ingresos al balneario Marbella— «alrededor de las 16 horas». Así lo hizo una tarde y, reposera en mano, apareció caminando en shorts con el torso desnudo junto a su esposa.
Era viernes 15 por la tarde, Cabezas estaba apostado detrás de unos matorrales y Michi, que había ido a mirar por otro lado, iba acompañado por su pareja de entonces. Ambos simularon ser turistas que se paseaban a orillas del mar, pero buscaban ver al hombre de cerca y corroborar si era él. Las únicas fotos que tenían lo mostraban entre un montón de gente en un show nocturno de fuegos artificiales.
Lo cruzaron sentado sobre la reposera. El periodista, conmocionado por el hallazgo, llamó a su amigo por radio, le indicó dónde estaba para que certificara con su «ojo fotográfico». «¡Si, es ese tipo!», afirmó Cabezas mirando por el zoom de su lente.
Armando una típica escena veraniega, Cabezas escondió su cámara en una mochila y junto a la pareja salió a caminar a paso distendido, pero intentando acercarse a una distancia prudente. Yabrán y su esposa caminaron para el lado contrario. Mientras esperaban su regreso, Cabezas sacó la cámara y simulando fotografiar a la joven pareja comenzó a disparar su cámara enfocando al empresario. Foto lograda.
Conmocionado por el logro, el fotógrafo llamó a la redacción para dar la buena nueva: «Cabezas llama desde la playa y dice: ‘¡Lo hicimos, loco, lo hicimos!’. Le digo ‘¿Qué cagada te mandaste ahora, Cabezas? ¿Qué es lo que hiciste?’. Y me dice ‘¡Lo hicimos a Yabrán!’», recordó a Infobae Hugo Ropero, su último jefe de Fotografía de Noticias y amigo.
Cabezas era perfeccionista al extremo, una vez que envió a la editorial Perfil los rollos con las imágenes que había logrado, planeó una nueva toma para el día siguiente. Ya tenía las medidas correctas en su lente y había estudiado los pasos que daría el empresario. Para un mejor cuadro, él y su lente debían estar en otro ángulo.
El sábado 16 de febrero, antes de las 16, Cabezas y Cristina Robledo, su mujer; Michi con su pareja y las amigas de ellas llegaron a la playa y —como cualquier otro grupo de turistas— alquilaron una carpa cerca del balneario que frecuentaba Yabrán con sus custodios, que también simulaban ser simples turistas, pero que guardaban sus armas en los toallones.
Otra vez Yabrán y su esposa salieron a caminar e hicieron el mismo trayecto. La nueva toma se repitió con la misma técnica del día anterior, pero esta vez las que posaban eran Cristina y sus amigas. Detrás de ellas el empresario conversaba distendido con su esposa. El obturador de la cámara de Cabezas parpadeó varias veces. El fotógrafo estaba seguro de que había mejorado el ángulo de enfoque y sabía que había logrado una hazaña periodística.
La película con las fotos que mostraban de cuerpo entero y de frente a Alfredo Yabrán fueron enviadas como encomienda en doble sobre y avisando que el remitente era Freddy Okaman (juego de palabras que inventó Cabezas para simbolizar a Alfredo Yabran, titular del correo privado Oca).
Alfredo Yabrán fue tapa de la edición del 3 de marzo de 1996 de la revista Noticias. Entre la tanda de fotos que se publicaron hay dos claves: la foto del interior de la nota y la de la portada. En la segunda, Yabrán parece mirar de frente a la cámara. ¿Se habrá dado cuenta en ese momento de que lo estaban fotografiando pero no supo quién hasta verse en esa publicación?
Tras esa «revelación», Cabezas vivió momentos que no supo leer para anticiparse a lo que vendría: una serie de llamados y atentados que consideró menores, según les contó a sus personas de confianza.
La siguiente temporada de verano, Cabezas la inició el 15 de diciembre de 1996 y Michi llegó 5 días después. Por esos días, José Luis le contó a su amigo con cierto tono de duda sobre una conversación extraña y escalofriante: «Che, sabés que una fuente nuestra me dijo que gente de Yabrán había estado tratando de averiguar mi dirección en Buenos Aires. Y otra cosa: ¿Sabés lo que me dijo Gómez, el comisario de Pinamar? ‘Qué linda que es tu gorda’, refiriéndose a mi hija Candela», contó Cabezas a lo que Michi respondió que de hecho la beba era preciosa. «Sí, pero el tipo este no la conoce», volvió a responder el fotógrafo.
Diez días antes de su crimen, Cabezas descubrió que una rueda del auto en que se movilizaban estaba pinchada, pero cuando la llevó a arreglar le dijeron que había sido cortada intencionalmente.
«Hicimos guardias y seguimientos sin saber que todos nuestros movimientos estaban siendo vigilados», recordó Michi. «Cada vez que nos acercábamos a Yabrán explotaban los teléfonos de la custodia por las comunicaciones con la policía de Pinamar y el policía Gustavo Prellezo, el asesino de José Luis. Habían dado la orden de quitarnos del camino y nosotros no lo sabíamos», recordó el periodista.
Más tarde se supo que el crimen de Cabezas comenzó a planearse un año antes.
Cabezas fue llevado hasta la cava de General Madariaga. Allí, en medio de un foso (cavado 15 días antes) quedó el auto del cual lo bajaron a los golpes, lo obligaron a arrodillarse delante del asesino mientras tenía la cabeza gacha y estaba esposado, y quizás pensando en sus hijos: la beba Candela (de entonces 5 meses), en Juan y Agustina que había decorado su cámara de fotos con stickers de caricaturas.
Gustavo Prellezo le dio dos disparos en la cabeza, a sangre fría y a corta distancia. Cabezas cayó desplomado. Luego, los asesinos a sueldo que se hacían llamar «la banda de Los Hornos» (liderados por Horacio Braga) metieron su cuerpo moribundo en el auto —que días antes compartió con su amigo entre mates y carcajadas, esas que aún recuerdan quienes lo conocieron— lo rociaron con nafta y lo prendieron fuego.
Las agujas del reloj del fotógrafo se detuvieron a las 5:25. A las 7:30, el cuerpo de José Luis había sido encontrado calcinado por un capataz de una estancia vecina alertado por un espeso humo.
Era la mañana del domingo 25 de enero de 1997 y Gabriel Michi comenzaba a preocuparse porque su compañero y amigo no había llegado para seguir con las labores del día. Llamó a la casa de Cabezas y atendió la suegra de José Luis, quien dijo que no estaba allí desde la noche anterior, cuando él mismo pasó a buscarlo para ir juntos a la fiesta de Andreani.
«Ahí me empecé a preocupar y me dije: ¿Qué pasó acá?», recordó Michi en una de las tantas entrevistas brindadas en éstos años. «Atrás de la comisaría estaba (el comisario) Gómez. Voy a la casa de Gómez y le pregunto: ‘¿No sabés nada de José Luis? Desde la fiesta de Andreani no lo veo’».
Gómez, el mismo que liberó la zona para Los Horneros, le preguntó en qué auto se movían y dijo que había aparecido un auto similar quemado a kilómetros de la ruta y que en el interior había un cuerpo que podría ser de un hombre. «Vi ese cuadro espeluznante… Había un cuerpo que no se podía identificar», relató Michi, quien cumplía años un día después.
Fue el manojo de llaves de la oficina en Pinamar la que corroboró la identidad. Al verlas Michi supo que ese era el auto en el que ambos se desplazaban y que aquella persona que no podía reconocer era su amigo.
En 2017, Michi publicó el libro «Cabezas. Un periodista. Un crimen. Un país», en el que cuenta el asesinato de su amigo y que es parte de su vida. «Es muy importante poder explicarle a las nuevas generaciones, que no convivieron con esos hechos o que no conocieron su trabajo, quién fue José Luis. En ese crimen hubo un mensaje. Un mensaje de silenciamiento hacia los periodistas y hacia toda la prensa… Mi idea es que el crimen de José Luis Cabezas esté permanentemente en el ejercicio de la memoria», dijo en Infobae el periodista que vivió el crimen de Cabezas en primera persona.
Al cumplirse el primer mes del crimen se realizó un minuto de silencio en todo el país. Las calles de la ciudad quedaron completamente paralizadas, como en pausa. Más tarde, las principales arterias fueron el suelo para el paso firme de la interminable columna que ocupó todo el ancho de avenida Corrientes.
El 2 de febrero de 2000, en juicio oral y público, los cuatro integrantes de la banda «Los Horneros» fueron condenados a prisión perpetua: Horacio Braga, José Auge, Sergio González y Héctor Retana, al igual que Gregorio Ríos (jefe de Seguridad de Alfredo Yabrán) y los policías Sergio Camaratta, Aníbal Luna y Gustavo Prellezo.
Prellezo, autor material del crimen de Cabezas, fue condenado a cadena perpetua, pero el 23 de septiembre 2010 un fallo le otorgó el beneficio de la prisión domiciliaria y dos meses después juró como abogado en Quilmes, carrera que estudió durante su estadía en prisión.
El pasado 9 de enero se matriculó como abogado en la Ciudad de Buenos Aires, pese a que se había dicho que le quitarían la matricula porque no cumplió con su condena, que vence en 2022.
Retana fue condenado y murió en 2001. Camaratta, policía de Pinamar, fue condenado a prisión perpetua, pero murió el 3 de abril de 2015 tras una larga enfermedad. Aníbal Luna, policía de Pinamar, fue condenado a prisión perpetua, pero recuperó la libertad en noviembre de 2017.
Gregorio Ríos fue condenado como instigador del crimen y se le rechazó la excarcelación en diciembre de 2006. Su condena a perpetua cambió a 27 años en su último período en prisión domiciliaria. José Luis Auge fue liberado en 2004.
Sergio González fue condenado a prisión perpetua, pero quedó en libertad en febrero de 2006 por reducción de pena a 20 años. Horacio Anselmo Braga fue condenado a 18 años de prisión sin embargo recuperó la libertad el 25 de enero de 2007 beneficiado con el 2 por 1. Además obtuvo resultados favorables en los informes psiquiátricos, mostró buena conducta y pagó una fianza de $20.000. Alberto Gómez, comisario de Pinamar, fue condenado por haber liberado la zona para que el crimen ocurriera.
Se revocó la libertad condicional de Auge, González y Braga por haber violado sus términos al no encontrarse estos en los domicilios informados.
Alfredo Yabrán se suicidó el 20 de mayo de 1998 en su estancia San Ignacio (Entre Ríos) donde llegó escapando de un pedido de captura tras ser acusado como el autor intelectual del crimen de Cabezas.
Fuente: Infobae, Perfil, Perfil